
Difícilmente el camino de una persona se traza en línea recta.
Vivir implica tomar caminos inesperados, avanzar, dar giros, retroceder... y seguir viviendo.
Trascender es una obligación del ser humano.

A veces parece que no avanzas, pero en la mayoría de los casos, es cuando más lo estás haciendo.
En 2004 concebí la idea de formar una empresa de capacitación que reuniera a profesionales de la educación con perfiles y experiencias diversos.
Seis años después, la idea tomó forma y dio lugar al nacimiento de Asesoría Pedagógica Integral®, empresa de consultoría académica que brinda soluciones eficaces ante los retos educativos y laborales actuales.
Para 2018, el catálogo de servicios de la empresa logró sumar más de 80 programas presenciales y en línea; establecer alianzas estratégicas de alto nivel con organismos de evaluación y certificación de competencias laborales; crear una metodología de aprendizaje de alto impacto (api.dta®); obtener presencia nacional y cooperación con empresas internacionales; así como certificar a todos nuestros docentes e instructores ante el Sistema Nacional de Competencias.

La clave es comprometerse con las personas; como consecuencia, cualquier objetivo puede alcanzarse.
En 2005 recibí el encargo de dirigir una escuela secundaria. En ese entonces, era la persona más joven de la zona escolar con dicha responsabilidad. La inexperiencia me dio el aprendizaje más poderoso que he tenido: no puedes hacerlo solo, necesitas a los demás.
Desde entonces, he ejercido como director en instituciones educativas de gran prestigio, además de dirigir mi propia empresa.
En todas las instituciones que he tenido el privilegio de dirigir, los resultados han sido visibles y concretos, pero ninguno tan valioso como el enorme aprendizaje que me han dejado.
Si tuviera que resumir algunos logros, comenzaría por decir que en todas ellas el clima laboral ha sido exitoso. Como consecuencia, se logró consolidar proyectos educativos, aumentar exponencialmente la matrícula, integrar curricularmente diversas disciplinas, fortalecer los lazos entre escuela y familias, reducir el rezago académico y la rotación del personal. Todo ello, siempre de la mano de grandes equipos de trabajo y profesionales comprometidos con una gran causa: la educación.

Dichosos quienes hemos experimentado esos momentos de silenciosa algarabía provocados por el reconocimiento de nuestra vocación.
Al inicio de mi carrera, un niño se colgó de mí y me dijo: "Maestro, ¿me explica otra vez?". En ese instante, el tiempo se detuvo, el ruido desapareció, nuestras miradas se cruzaron y vi en sus ojos inquietos una profunda necesidad de saber. Fue entonces cuando esa mirada ansiosa y la enorme responsabilidad de saciarla fecundaron lo que hoy soy.
Comencé mi carrera profesional en una escuela primaria. ¡Fue toda una experiencia! Tenía a cargo tres grados diferentes y pretendía enseñar computación. En aquel entonces, era falsamente llamado "maestro", título que no provenía de mis conocimientos, pues quien más aprendía asistiendo a la escuela era yo.
Durante esos años aprendí a sentir a mis alumnos, a escucharlos con atención, a hablar con cuidado, a ser responsable de mis decisiones, a tener otras vidas a cargo y a hacer todo lo posible por no defraudarlos. Me miré haciendo lo que hacía y me gustó; así reconocí mi vocación.
Con el tiempo, fui escalando niveles: caminé por aulas de secundaria, bachillerato, universidad y posgrado, e incluso me atreví a formar docentes en la escuela normal. Pero esa paradoja siempre ha permanecido: el que más aprende enseñando, soy yo.
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de experiencias
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Estaré contigo persiguiendo cualquier objetivo que sume en la educación de las personas. .
Docencia + Dirección + Emprendimiento + Consultoría Educativa.

